jueves, 28 de mayo de 2009

Una abeja

Un buen día, más bien, una buena tarde —una tarde espléndida— estás en tu cuarto —acabas de llegar a casa— y, por el rabillo del ojo, entrevés un pequeño bulto negro en la alfombra, que se te antoja un insecto muerto, no sabrías muy bien decir por qué —realmente lo es—.

Vuelves la cabeza, «no creo», piensas, y entonces todo se para un instante, mientras miras fijamente la abeja que yace patas arriba en el suelo. No tienes ni idea de cómo ha llegado hasta ahí, ni aciertas a imaginar por qué de todas las casas, de todos los cuartos, de todas las alfombras, ha ido a acabar precisamente en la tuya, pero te parece que el momento posee una vaga trascendencia, incluso una cierta solemnidad, que quizá no esté en la abeja, ni en la situación —de acuerdo—, pero qué importa.

Tienes que estudiar, claro —es lo que toca—, y por unos segundos crees que vas a hacerlo.

No.

No puedes dejar que todo quede ahí. Porque de algún modo oscuro, percibes que has rozado la Eternidad —sí, aunque en alguna de sus más recónditas acepciones—. Es algo inaprensible, pero sientes que puedes perseguirlo. Y por una vez, estás dispuesto a hacerlo

Una abeja

Procedentes de todos los confines del mundo,
las más asombrosas maravillas desfilaban cada día
bajo la mirada impávida del Califa,
que hacía tiempo había olvidado cómo sorprenderse.


Gracias a: Amanda, por escanear el dibujo.

martes, 5 de mayo de 2009

Big Blogger is watching you

En un intento de dar verosimilitud la Ilusión de Control, he instalado Google Analytics en el blog. Ya sabréis a lo que me refiero, a esa herramienta de Google (¡Oh, Gran Oráculo de Internet!) que recopila información sobre sobre el tráfico de usuarios en tus páginas para elaborar estadísticas que satisfagan (o no) los egos hipertrofiados de los blogueros (vale, también sirve para que los esforzados programadores web mejoren los servicios que ofrecen, pero, ¿a quién le importa?). En fin, resumiendo:

¡BAILAD, MARIONETAS, BAILAD!

Ah, cómo me gusta esa frase...

En realidad, cuando un poco más arriba escribía «he instalado», estaba siendo algo eufémico. Lleva más de una semana funcionando... con sorprendentes resultados. Yo creía que esto era una especie de club selecto (léase «un blog dejado de la mano de Dios»), protegido del mundanal ruido... vamos, que me leían cuatro gatos... y no: son treinta. Esas son las visitas que he recibido en los diez últimos días, y lo cierto es que me intriga. Me tranquilizaría pensar que se trata de personas erráticas y ociosas que acaban en este blog tras realizar búsquedas más o menos arbitrarias de palabras como fálico, Hécate o pulpo violeta. Pero no. El omnisciente Google Analytics afirma sin ningún pudor que sólo una de las visitas proviene de un motor de búsqueda (y, por si os lo preguntabais, no buscó ninguna de las sugerentes palabras anteriores). ¿De dónde sale toda esa gente? Misterio...

En cualquier caso, superado el recelo inicial, los lectores siempre son bienvenidos. Si a estas alturas aún queda alguno, le animo a que grite en la oscuridad cómo llegó hasta aquí. Por desgracia, Google Analytics no lee el pensamiento... todavía...